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Revista Cubana de Salud Pública

On-line version ISSN 1561-3127

Rev Cubana Salud Pública vol.32 no.1 Ciudad de La Habana Jan.-Mar. 2006

 

Escuela Nacional de Salud Pública

Mis recuerdos del Profesor Lajonchere*

Francisco Rojas Ochoa1

No pretendo un panegírico bien logrado de Celestino Tomás Álvarez Lajonchere, esto lo hizo el historiador médico del Ministerio de Salud Pública, el Profesor Gregorio Delgado García , en ocasión de conferírsele a nuestro homenajeado la condición de Miembro de Honor de la Sociedad Cubana de Salud Pública, en una fecha como la de hoy y en celebración también del Día Mundial de la Población, en 1996.

Sí puedo ampliar algunos detalles de las palabras que entonces pronunciara el Profesor Delgado García, que están publicadas en el Cuaderno de Historia de la Salud Pública No. 84, de 1998, páginas 160 a 167, con el título “Profesor Celestino Álvarez Lajonchere, Miembro de Honor de la Sociedad Cubana de Salud Pública”. Para esto referiré algunos recuerdos de mis contactos de trabajo y personales con Lajonchere , que así era como todos le llamábamos, pues no era hombre que gustara de pergaminos añadidos a su nombre. Esto es expresión de una cualidad muy distintiva de Lajonchere, su modestia.

Mis más viejos recuerdos de él se relacionan con su trabajo como Responsable Nacional de Obstetricia y Ginecología del Ministerio de Salud Pública, cargo al que lo había llamado en 1962 el Ministro José R. Machado Ventura . En función de esta responsabilidad visitaba frecuentemente las provincias, yo en esos años ocupaba el cargo de Director de Salud Pública de la Provincia de Camagüey.

Un asunto de alta prioridad nos ocupaba en aquellos años. Esto era el conjunto de las acciones dirigidas a reducir la mortalidad materna y de ellas tres componentes relevantes: la discusión sobre muertes maternas, las medidas para el control del aborto y la creación de los hogares maternos.

Con el propósito de conocer con la mayor precisión posible las causas de las muertes maternas, Lajonchere diseñó un método de discusión para estos casos, que en sus inicios dirigió personalmente en todos los lugares donde ocurría la muerte, con una orientación educativa y profiláctica, incluyendo en su análisis los factores sociales concurrentes. Este ha sido un método eficaz en la reducción de estas muertes. Desde sus inicios se hizo obligatorio por resolución ministerial, a instancias del profesor.

En la lucha contra el aborto tuvo Lajonchere que emplear a fondo su poder educativo y persuasivo, sobre todo frente a las autoridades políticas. La ideología de la joven revolución condenaba el aborto en su concepto establecido en la sociedad burguesa de aborto criminal, la prensa se pronunciaba en esa dirección con una pretendida posición moralista. Las iglesias lo condenaban también. Pero se impuso la concepción científica y social de flexibilizar la interpretación de la legislación vigente y llevar a los hospitales públicos, que en poco tiempo serían todos, la práctica de la interrupción de embarazos, dentro de determinadas regulaciones y en un medio técnicamente seguro y realizado por profesionales bien entrenados. Las complicaciones y muertes causadas por el aborto provocado se redujeron en corto plazo.

A esta lucha se asoció estrechamente la política de introducir y extender el uso de medios modernos de anticoncepción, de los que padecíamos una crónica escasez y retraso en la tecnología disponibles. En Camagüey se elaboraba un anillo de hilo de pescar sintético enrollado, dejando un asa libre, para colocarlo como dispositivo intrauterino.

De estos años es la idea de las que surge el Hogar Materno. Esta idea fue la que me propuso Lajonchere en 1962 en una de sus visitas a Camagüey. Se trataba de asegurar el parto en los hospitales, atendido por personal calificado y con los recursos de estas instituciones a mano, de las embarazadas que vivían en áreas rurales apartadas, a veces incomunicadas durante días. Para esto propuso crear instalaciones que recibieran a estas mujeres desde su lugar lejano de residencia a un lugar inmediato o cercano al hospital donde tendría lugar su parto. No serían parte del hospital, no se regirían por las regulaciones de las internadas en estos centros, vivirían en las condiciones más parecidas posibles a sus hogares, recibirían libremente a sus familiares y se desarrollaría para ellas un programa de educación para la salud orientado a su condición del momento. También se les brindaría asistencia médica según sus necesidades. Aceptamos esa idea y aprovechando la coyuntura favorable de una hermosa y espaciosa residencia de un acaudalado propietario de la provincia que abandonó el país se instaló en ella, con el nombre de Casa Bonita el primer Hogar Materno, de los que hoy se cuentan ya 280, que han evolucionado notablemente en su concepción, ya no se proponen sólo ampliar la cobertura geográfica del parto institucional, juegan un papel importante en el control del riesgo obstétrico, médico y social, lo que explica que la Ciudad de La Habana disponga de 24 hogares. La primera experiencia divulgada por Lajonchere en otras provincias fue el origen de la red actual.

Renovadas y más estrechas relaciones de trabajo me acercaron a Lajonchere cuando en 1966 ocupé la Dirección de Estadística del Ministerio de Salud Pública. Fueron muchos los temas que nos ocuparon, como el control estadístico y del flujo de información de las pruebas citológicas en busca de cáncer cérvico uterino, las estadísticas sobre mortalidad materna, las de los hospitales y servicios de obstetricia y ginecología, pero desde este momento de la nueva salud pública cubana los problemas de salud y población ocuparon su pensamiento, que conocí, sobre todo en las discusiones que se desarrollaban en el grupo o Comisión de Población adscrita al Comité Central del Partido Comunista de Cuba, que presidía el doctor. Juan Mier Febles . Fue este un lugar que contó con su saber y dedicación en momentos muy importantes en que se decidía las conductas sobre anticoncepción, aborto, protección legal de la mujer y la maternidad.

Su interés en el tema población lo llevó a profundizar en el conocimiento y medición de la fecundidad de la población cubana. Fue con su apoyo y cooperación que Luisa Álvarez Vázquez realizó las tres primeras encuestas cubanas de fecundidad, que permitieron una primera aproximación a la medición de ésta.

Poco tiempo después comprendió la importancia que en materia de población y salud reproductiva tenía la educación sexual. Y emprendió una nueva faceta en su trabajo, muy variada, y que ocupó su mayor atención en la etapa final de su vida.

Empezó a comprometer su dedicación en una tarea que parecía poco importante y que otros esquivaban. Se trataba de visitar en la noche escuelas en el campo donde sostenía encuentros con los alumnos y profesores. Enseñó y según me dijo aprendió mucho en estos encuentros. Un impulso mayor a esta actividad la consiguió con el apoyo de la Federación de Mujeres Cubanas y en especial de su Presidenta Vilma Espín Guillois .

La colaboración de un grupo de especialistas de la República Democrática Alemana elevó el nivel de las discusiones y de la calidad de las acciones. La traducción de obras de estos autores, en especial las de Schnabl y Bruckner , fueron un acierto, y en esto influyó de modo decisivo la gestión de Lajonchere.

Fue delegado de Cuba a Conferencias Mundiales de Población. A su ponencia en la de Bucarest le di espacio en la revista que había fundado ese año. Su título “La población, la familia y el bienestar humano”. Rev Cub Admón Salud 1974;1(1):25-7.

Lajonchere alcanzó también a gozar de popularidad, dada por la frecuencia con que la prensa reclamaba su concurso, en especial la televisión donde más de 10 veces ocupó un programa de 27 minutos. En alguna ocasión lo acompañé en el estudio. Por la elegancia y ética en que presentaba sus ideas fue que venció las posiciones conservadoras que pretendieron limitar sus enseñanzas. Fueron de gran “impacto” sus explicaciones sobre el uso de métodos anticonceptivos y su reivindicación del disfrute del sexo por las personas ancianas.

Esta notable labor era coordinada desde la Presidencia del Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual, que ocupaba desde su creación, y que era un grupo interdisciplinario e intersectorial.

En este breve recuento puede apreciarse la decisiva contribución de Lajonchere al desarrollo de la educación sexual, considero que fue el principal impulsor de esta tarea en Cuba y que su dedicación abrió el avance de esta disciplina que en sus inicios era mal comprendida y obstaculizada.

En una ocasión como esta es oportuno un modesto, pero digno homenaje a quien mucho contribuyó a introducir y desarrollar en la salud pública cubana los estudios de población y lo que hoy llamamos salud sexual y reproductiva.

11 de julio de 2005
Día Mundial de la Población

Recibido: 11 de julio de 2005. Aprobado: 1 de agosto de 2005.
Francisco Rojas Ochoa. E-mail: rojaso@infomed.sld.cu

*Presentado en el “Simposio Celestino Álvarez Lajonchere In Memorian”. Salud Sexual y Reproductiva. La Habana, 14 de julio del 2005.
1Profesor, Escuela Nacional de Salud Pública.

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